martes, 5 de marzo de 2019

Antes de la sesión de Integración I

Mañana tenemos nuestra primera sesión de integración, tras cuatro sesiones, en Educación para la Felicidad. Es un buen momento de parar y pensar acerca de lo que hemos ido trabajando. Hemos recibido a tres profesionales y hemos hecho una excursión.



La primera visita fue la del dramaturgo Jesús Amate, con el tema de "Arte y Cultura". Hoy, transcurridas ya varias semanas, quiero compartir ante todo, el poso que me dejó esa sesión. Sí, el poso. De hecho, creo que eso es lo que quiero compartir. Hay sesiones, cursos, lecturas, conversaciones, relaciones, experiencias en definitiva, que dejan poso. Y claro, otras tantas experiencias que no. Dejar "poso", imagino que depende no de la experiencia en sí, sino de nuestra relación con dicha experiencia. Somos parte de la experiencia, y el poso depende de cómo construimos un sentido de aquellas experiencias de las que participamos. Y hay experiencias que pueden facilitar más esto. Siempre recuerdo a un autor cuando he tenido ocasión de coincidir con Jesús, y es Keith Johnstone. Quienes me conocen, ya conocen a este director de teatro y a un libro que hemos trabajado en diferentes asignaturas. Me refiero a Impro. Todo un clásico. Jesús concibió una sesión donde era imposible no participar, donde desplegar nuestra creatividad, donde encontrarnos con los demás y también con nosotros mismos. Era una sesión de contacto, en el sentido gestáltico. Muchas terapias humanistas adoptaron metodologías del teatro a la hora de llevar a cabo su labor. El ejemplo paradigmático es el Psicodrama de Jacob Levy Moreno. Pero la Terapia Gestalt, la Terapia Familiar Sistémica, el Análisis Transaccional, por citar más, tiene muchos elementos teatrales. Esto lo tenía de fondo, mientras participaba en la sesión, porque lo que hacíamos me resonaba, me llevaba a otras formaciones que he tenido en el pasado, sobre todo cuando hice el Master de Terapia Gestalt Integrativa, del 99 al 2001 o por ahí. Y qué poco acostumbrados estamos a contactar. Y cuánto nos cuesta al principio y qué fácil resulta una vez empezamos a explorar. Ana Belén y yo, los profesores de la asignatura, participamos como otros alumnos en estas sesiones. Y esto es genial para nosotros, porque nos permite conocer y relacionarnos con los alumnos de otra manera, o eso pensamos o queremos. Quiero destacar algunas cuestiones.



Me gustó mucho ver la creatividad y vida manifestada por los alumnos/as de algunas de las escenas improvisadas que nos planteó Jesús, a partir de una situación. Pero al mismo tiempo me resultaba fácil identificar, cuándo se participaba en la escena, pero al mismo tiempo uno estaba fuera de ella, por ejemplo porque se reía de lo que pasaba. Si te ríes mientras improvisas algo, es como que evalúas lo que haces desde fuera, y por un lado dejas de estar en esa situación. Es como dejar de estar tan presente, o presente sólo a medias. Una sorpresa que me llevé en esta sesión fue que cuando se planteó la posibilidad de improvisar una situación más larga, Jesús nos seleccionó a una alumna y a mi, que coincidimos. Y me encantó sentir la libertad de arriesgar, de explorar durante nuestra actuación, una vez planteamos unas pequeñas indicaciones para empezar. Notar cómo lo que sucede se va desarrollando con naturalidad, generando posibilidades que no habías anticipado, generando una coordinación que parecía ensayada, cuando no lo era, me sorprendió mucho. También el tratar de estar presentes, ajenos a los demás. Y hacer verdadero ese instante, a partir de nuestras propias experiencias personales. Siempre me he considerado un pésimo actor, pero ese día es el único en mi vida, que noté algo diferente. Sobre todo el dejar de estar pendiente de mi mismo, desaparecer yo y dar alas al personaje. Y todo en unos cinco minutos sólo. Y por supuesto, gracias a mi compañera que tan bien hizo su parte. Fue como una creación efímera entre los dos. Y lo guardo como un buen recuerdo. Desde luego me reafirma también, en la idea de lo importante que son estas sesiones donde nos movemos, donde involucramos el cuerpo, donde en cierta manera contactamos los unos con los otros.


Sin seguir el orden cronológico, este año fuimos de visita al aula donde trabaja Richard Michael y su sesión "Conocimiento, aprendizaje y sabiduría", basado en su experiencia como profesor de infantil desde la metodología de María Montessori. Ya conocía la metodología de trabajo de Richard, su cuidadoso respeto por y fomentando la autonomía de sus alumnos. Lo que más me llamó la atención esta vez, fue la noción de sabiduría que recalcó, consistente en identificar cuándo un alumno está preparado para pasar a una actividad más compleja, o para pasar a otra fase o nivel. Esa sensibilidad de notar nuestra preparación, vinculada a la idea de sabiduría de un profesor, me pareció de lo más inspiradora. Más allá de uniformizar la educación, homogeneizar el producto, atender al grado de preparación de los alumnos me parece fundamental, a la par de complejo.



Pero es una sensibilidad que se puede desarrollar. Y dicha preparación depende del alumno, del profesor, de su relación, del entorno, de la tarea a realizar y a la integración de todo esto. Me llamó la atención porque fue el aspecto más novedoso para mi ese día. Comparto mi reflexión sobre la primera sesión que tuvimos con él en esta asignatura, por si alguien la quiere revisar.



Alida Moi y su sesión de creatividad y desarrollo, que también conocemos informalmente como la sesión con Drakulín, siempre me atrapa. En la primera parte, nos muestra su trabajo en vivo con un grupo de niños que nos visita al aula.Y nunca me canso de ver la espontaneidad de los niños y cómo ella se va adaptando a ellos. Alida siempre nos muestra la importancia de generar una idea que valga la pena, cómo colaborar con otras personas para darle forma y cómo insistir, pese a los posibles fracasos iniciales que puedan surgir. El año que viene, trataremos de visitarla nosotros al Museo Nacional de Ciencias Naturales. Ilustrar cómo se puede trabajar como educador en entornos no formales (como un museo) me parece fundamental para nuestros alumnos.



Por último, la semana pasada nos visitó Francisco Tapia, en una propuesta un tanto atípica. Estuvimos practicando un poco de Karate, y  mostrando que mediante la práctica de un arte marcial uno también se puede desarrollar personalmente. Memorizar y coordinar una serie de movimientos de defensa y ataque, interiorizarlos para darles cierta intensidad y realismo, ser capaz de hacerlos delante de todos (que es un contexto diferente) y ser capaz de elegir una de los trabajos practicados y decidir si salir o no para mostrarlo (otro tipo de contexto diferente), es algo que estuvimos trabajando. Uno se manifiesta como es, en todo lo que hace. Y en este caso, elegimos un arte marcial para explorar esta cuestión, así como reflexionar acerca de qué valores podrían estar formando parte de esta práctica, que además tiene lugar a lo largo del tiempo. No sólo una sesión, sino toda una vida incluso. En relación a lo anterior, quería compartir una anécdota de Paco, que creo que ilustra bien su carácter, pero también algunos temas de los que estábamos hablando. Aunque lo conozco desde que tengo 12 años, no había tenido ocasión de conocer esta historia hasta hace poco.



"Paco estaba en un entrenamiento con la selección nacional de Karate, a finales de los años 70, si no recuerdo mal. El seleccionador era Dominique Valera, toda una institución en el ámbito del Karate y del Full Contact en Europa. Dominique solicita un voluntario para hacer un combate, mientras todos los miembros de la selección estaban sentados en círculo, en un entrenamiento. Paco, que tendría 19 años levanta la mano y sale. Hacen un combate, con contacto, y Paco aguanta estoicamente el repaso que le hace Dominique. Se sienta y de nuevo se repite la pregunta. Otro voluntario. Nadie levanta la mano, ni se presenta. Y Paco vuelve a salir. Vuelven a hacer un combate, igual de intenso que el anterior, y tras él vuelve a sentarse, magullado por el intercambio. De nuevo Dominique vuelve a preguntar un voluntario. Nadie levanta la mano y Paco vuelve a presentarse voluntario. En este momento, Dominique le hace una seña con la mano y le dice que no, pero continúa diciendo que va a hacer un combate con todos los demás, uno a uno, y que se preparen. Que es lo que ocurrió, hizo un combate con todos los demás, pero incrementando probablemente la intensidad.". Tras contarme esta anécdota, le pregunté que por qué salía cada vez y me respondió que era una señal de respeto. Si un profesor solicitaba un voluntario, era una falta de respeto no salir.

En esta sesión de integración tendremos ocasión de revisar estas sesiones. Sobre todo de ver conexiones entre ellas, que nos sirvan de ejemplos a la hora de forjando o generando quiénes somos como profesores o como profesionales en desarrollo. 

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