El pasado siete de noviembre Leonor (una compañera y amiga del departamento) me envió un link a una carta escrita por un lector del periódico "El País", titulada "El imperio del Power Point". Vale la pena leerla, es breve, clara y concisa.
¿Recordáis aquellas clases de hace pocos años en las que los profesores eran grandes oradores que podían pasarse casi dos horas hablando y los alumnos los escuchaban y tomaban apuntes, en general, atentos? Digo recordáis porque ya casi no se ven profesores así. La aparición del PowerPoint ha sido como un virus que ha mutado la genética de la docencia académica. La mayoría de los profesores llegan a clase, encienden el proyector, abren el archivo PowerPoint de los apuntes y, básicamente, leen. La pantalla y el profesor se confunden. Yo no sé si es que se han acomodado en la vía fácil de dar clases o es que las slides solo han dejado en evidencia una incompetencia generalizada. Sea como fuere, profesores que estéis leyendo esto: no nos gustan las clases en que los apuntes del PowerPoint y lo que explicáis son prácticamente lo mismo. Para eso leeríamos los apuntes en casa, en el sofá y con una taza de café en la mano. ¿Queréis nuestra atención? Trabajároslo. Nos interesamos y prestamos atención cuando no necesitáis de una pantalla con todo explícitamente detallado para dar clase, cuando nos aportáis información interesante, contundente, cautivadora. Profesores con espíritu, ¿dónde estáis? Os echamos de menos.— Anaïs Calabuig Roldán. (El País, 6 Noviembre de 2014)
Reconozco que me sorprendió leer algo así a estas alturas. Pensaba, ingenuamente imagino, que este tipo de clases basadas en transparencias estaban ya más que superadas, sobre todo con toda la revisión psicopedagógica generada por la llamada adaptación al Espacio Europeo de Educación Superior. Pero por lo que veo, incluso a estas alturas sigue produciéndose este abuso de una tecnología mal empleada, me refiero al Powerpoint.
Lo que desde luego también me llama la atención de la carta es una reivindicación no en contra del powerpoint en sí (y las clases en las que el profesor se limita a leer) sino a favor de las clases magistrales bien estructuradas, basadas en información "interesante, contundente, cautivadora", expresada o comunicada por un "profesor con espíritu".
Desde ahí, francamente, me parece que la reivindicación es también un poco conservadora y cómoda. Y no deja de reflejar también un anhelo perdido: el disfrute de escuchar a un experto que no sólo sabe de lo que habla sino que además se expresa con claridad, generando interés por lo que cuenta.
Justamente los últimos diez años hemos podido ser testigos del incremento de "buenas charlas" disponibles en internet, en Youtube (donde francamente es posible encontrar de todo) pero sobre todo en portales tales como Ted.com (aquí tenéis las veinte charlas más populares, para que os hagáis una idea quienes no las conozcáis) o el menos conocido RSA (Royal Society for the encouragement of Arts, Manufactures and Commerce), más orientado a presentaciones y debates sobre temas científicos y artísticos. Incluso gran parte de los cursos ofrecidos por los denominados MOOCS (massive online open courses) muchas veces están basados en tutoriales o charlas grabadas o pregrabadas, que un estudiante puede ver y repetir tantas veces quiera, al fin y al cabo, tratando la charla como un "objeto de conocimiento" más.
De entrada entiendo a la estudiante de la carta, que compara la calidad de muchas presentaciones en su facultad, en sus clases con lo que podría ser el estándar actual, para cualquiera que conozca algunas de las presentaciones que mencioné antes. Recuerdo cómo en el Master de Docencia Universitaria, un clásico que siempre se trabajaba era la imagen del "busto parlante", imagen que había que desterrar de las aulas universitarias, ejemplo de lo que nunca hay que hacer. Al fin y al cabo malos usos como el powerpoint no dejan de enfatizar este efecto de busto parlante, llevado a un extremo. Una parte del Master, en principio trataba esta cuestión, la de optimizar nuestras presentaciones, si es que hacíamos presentaciones, reflexionando también acerca de cuándo convenía hacerlas, dentro de una concepción más compleja de la enseñanza.
Lo que me llama la atención, como decía, es esa añoranza por una charla bien diseñada, en la que se produce la sensación (no del todo cierta) de que se está aprendiendo de manera clara, directa y natural. Digo no del todo cierta, porque considero que aprender implica mucho más que meramente escuchar con interés una charla, por muy bien que ésta esté diseñada y llevada a cabo. Aprender implica mucho más, en mi opinión, pero esto no está incluido en la carta enviada al periódico. Y muchos lectores puede que tampoco lo tengan en cuenta al leerla, al empatizar con la estudiante.
Una posible asunción de la carta es que aprenderemos bien si las clases son animadas, interesantes, claras, dinámicas, activas. Y por supuesto no puedo estar más de acuerdo. La semana pasada una alumna me soltó mientras discutía en un grupo una tarea que les había pedido realizar sobre unas pruebas proyectivas, algo así como que "al menos mis clases era entretenidas". Algo que en principio era un cumplido me sonó como algo mucho más complejo de fondo. Porque desde luego mi interés no es entretener, aunque entretener pueda servir para cumplir con la tarea de enseñar.
Las expectativas de muchos alumnos al comenzar la universidad (incluso al terminarla) es que los profesores, expertos en sus materias, les transmitirán todo lo que saben. Y lo harán además de una manera interesante, animada, divertida. Y ciertamente muchos profesores, algunos excelentes, piensan de la misma forma sobre su cometido. Y pueden preparar sus sesiones de tal forma que sean grandes oradores del tipo de las conferencias TED, carismáticos, claros, dominadores de sus temas e inspiradores.
Pero para mi el tema es más complejo que ser capaces de transmitir información de calidad, que ya es mucho, la verdad. De hecho, como mis alumnos del master de docencia saben, porque era una de mis obsesiones, transmitir no es un verbo que me guste mucho. No creo que se acerque a lo que realmente se produce en un aula, si se está aprendiendo en la misma.
Un paso más se consigue si se consigue dialogar y discutir de verdad sobre un tema. Y en vez de escuchar al profesor, conseguimos discutir con él, construir nuestro aprendizaje con él y con nuestros compañeros, y hacerlo progresivamente. El excelente libro que siempre hemos utilizado para trabajar esto, "Dar clase con la boca cerrada" de Don Finkel, aportaba ciertamente muchas claves sobre cómo conseguirlo.
Y puede que entonces, se entienda mejor qué quiere decir la autora de la carta con eso de "profesores con espíritu", que podría ir más allá que meramente ser alguien con ideas propias, que no lee, que sabe pensar en voz alta, que es capaz de inspirar ideas en los demás (y anda que todo esto no es difícil y complejo de por sí). Además, para mi, si es capaz de generar situaciones de aprendizaje, de exploración de posibilidades, de diálogos generativos, mucho mejor aún. En ese caso las relaciones que se establecerían en la clase serían muy diferentes a las planteadas por la autora de la carta. Ese tipo de relación, basado en compartir un proyecto común, una asignatura, donde todos los que participan tienen su responsabilidad en lo que ocurre o no, ese tipo de relación colaborativa, abierta, honesta, directa, eso es para mí algo que está más allá de lo mencionado. Y muchas veces no se anhela porque tristemente nunca se ha experimentado. Y eso sí que es una pena, creo.
Finkel, Don. (2008). Dar clase con la boca cerrada. Traducción de Óscar Barberá. Valencia: Publicacions de la Universitat de València (1ª ed. inglesa, 2000). - See more at: http://www.practicareflexiva.pro/2012/04/dar-clase-con-la-boca-cerrada/#sthash.YhU26Bs3.dpuf
Precisamente hoy hemos tenido una presentación de parte de un trabajo grupal final. Teníamos preparado un Prezi (una herramienta similar al Power Point) sobre el que apoyarnos. Al principio el ordenador ha estado dando algunos problemas y no conseguíamos que arrancase. Gloria, que ha estado con nosotros, nos ha preguntado retóricamente si nos veíamos capaces de hacer la presentación sin el ordenador. La primera respuesta ha sido un “no, por favor”, algo parecido a un acto reflejo. Pero tras reflexionarlo un momento hemos sido conscientes de que perfectamente podríamos exponer sin el Prezi, no dependíamos de él.
ResponderEliminarDurante la exposición, que finalmente ha sido con el ordenador, no he podido evitar conectarla con este post y pensar en qué medida estaba siendo útil nuestro Prezi. ¿Era útil para nosotros? ¿Para la exposición? ¿Para el resto de compañeros? ¿Para la profesora que nos corrija? ¿Será útil dentro de unos años?
Hemos acabado bastante contentos tras la presentación y una de las razones ha sido que fuimos nosotros los facilitadores el espacio de reflexión, por supuesto el aprendizaje ha sido posible gracias a toda la clase y no solo gracias a nosotros. Por eso, los alumnos que no han venido hoy a clase y que se lean el Prezi por su cuenta, no creo que generen las mismas reflexiones a partir de él ya que está elaborado para ser un apoyo.
Laura
Hola a los dos,
ResponderEliminargenial lo que planteas, Laura. Cuando os hice esa pregunta de algún modo también me la estaba haciendo a mí misma (imaginándome en una situación similar), como una manera de explorar cómo nos vinculamos a algo que inicialmente parece ser un apoyo (para nosotros y para otros) pero que puede convertirse (no, mejor dicho, podemos convertir) en algo de lo que dependemos.
Yo estoy segura de que podríais haber presentado de manera excelente sin prezi. De hecho, y por curiosidad, me habría gustado que "fallara" hacia el final de la sesión ;) cuando tras un periodo de trabajo experiencial que como bien notas guiasteis muy bien, volvisteis al Prezi para revisar unas conclusiones que en realidad ya se habían empezado a generar durante esa actividad.
Yo tampoco creo que ver el Prezi en sí pueda sustituir, en lo más mínimo, lo que ayer ocurrió en la clase. En ese sentido, me alegro de haber estado allí por casualidad ;)
Gloria.
Hola Laura y Gloria
ResponderEliminarPrimero que nada felicidades Laura, para ti y para el resto del grupo, porque según lo que me contó Gloria, tenía muy buena pinta vuestro trabajo. Resulta muy interesante por mi parte ver cómo vais progresando en vuestro aprendizaje y este trabajo es una muestra de ello, con independencia del apoyo de prezi o de lo que fuera, ante todo era un planteamiento sobre el que reflexionar, haciendo uso del tema (el aprendizaje cooperativo/colaborativo) y no sólo hablando de él. Eso me gustó más. Sobre todo porque conozco a muchos profesores que no diferencian entre ambos términos, cooperativo y colaborativo. Que lo hagáis vosotros y lo demostréis con vuestra práctica está genial. Lo de los recursos tecnológicos es lo de menos, aunque desde luego son un recurso que tiene que apoyar lo que ocurra en el aula, que es la clave.
Gracias por los comentarios
Un saludo
Alejandro