Ayer tuve una conversación de lo más interesante con mi Sensei de Karate. Nos conocemos desde que tengo 12 años. Es probablemente el profesor con quien más contacto continuado he tenido en toda mi vida.
El caso es que le llamé para charlar un poco y ponernos al día respecto un proyecto tenemos entre manos, relacionado con su disciplina Karate Full Technic (Técnicas plenas, lo podríamos traducir).
Fuimos hablando y hablando y nuestra conversación fue derivando a una clase de Karate que acababa de dar esta semana, el pasado lunes 9 de Mayo, por la tarde. Es la cuarta clase de Karate, dentro de un conjunto de clases que voy a dar, parte de un curso más amplio. Nuestra última sesión será el próximo lunes.
Después de esa sesión, que fue una de mis favoritas, me quedé pensando muchas cuestiones, teniendo en cuenta lo que había estado observando, así como lo que algunos alumnos comentaron abiertamente.
Sensei: Y dime, ¿cómo te fue el otro día? ¿cómo van la clases de karate?
Yo: Pues creo que van bien.
Sensei: ¿Creo? No te veo del todo convencido.
Yo: No, no, sí lo estoy. Ya sabes cómo soy: siempre dándole vueltas a las cosas. Creo que las clases van bien. Aún no sé si la semana que viene vendrán los combatientes con los que estoy contactando, para que mis alumnos hagan un combate con ellos. En todo caso, si no vienen, vamos a hacer una serie de combates más largos, para tratar de aprender de ellos.
Sensei: Vaya, pues no está mal, si con cinco sesiones ya van a poder combatir, yo me daría con un canto en los dientes. Entonces, ¿qué te preocupa, o en qué estás pensando?
Yo: Bueno, estaba pensando en algunos temas que salieron durante el último entrenamiento, que son complejos y creo que muy pertinentes en este momento. De hecho, uno de los temas me recordó a ti.
Sensei: ¿A mí? ¿por qué?
Yo: Hay alumnos a los que creo que les gustaría verme combatir, o que les mostrara el Karate que yo hago. Porque de momento, sólo les he enseñado algunas pequeñas demostraciones de técnicas, algunos textos donde se habla de fragmentos de combates, sobre los que pensar. Digamos que me han visto combatir, pero sólo indirectamente.
Sensei: Bueno, creo que ya sé por qué pensaste en mí. ¿Tiene que ver con la última vez que os visité en vuestra Facultad, en esa asignatura que tenías.... cómo se llamaba... ah sí... habilidades sociales?.
Yo: Eso, exactamente. Recuerdo ese día que trabajamos unas nociones básicas de karate, de trabajo con bastones, de desplazamientos básicos y de trabajo práctico . Tú ibas vestido normal, quiero decir, sin kimono o karategui. Y más allá de enseñar el tipo de ejercicios que íbamos a hacer, no hubo nada más. Yo me di cuenta más tarde, que pensaba que hubiera estado bien hacer una demostración de lo que podíamos llegar a hacer, que a veces es bastante espectacular.
Sensei: Ja... sí. Te dije que lo fundamental era su trabajo, no pegarnos un pegote ahí delante. Yo paso de eso. Es llamativo, pero poco más. Y no era lo importante.
Yo: Ya. De eso me di cuenta después. Reconocí que tenía ganas de exhibirme. Pero que no se trataba de eso. Los profesores que más me han enseñado, me han enseñado sin necesidad de hacer algo muy llamativo, más bien sin que me diera cuenta de lo que iba aprendiendo. Creo que eso requiere una sencillez, que yo no tuve en ese momento. Tú sí.
Sensei: ¿Y por qué te acuerdas de eso ahora?
Yo: Porque entiendo que ellos quieran verme en acción, directamente. A mi también me apetece, no te creas, no por exhibirme, sino porque también es una manera útil de enseñar. Lo que pasa es que ahora creo que lo más importante para ellos es practicar lo que estamos trabajando. Tienen que entender cómo atacar con el puño y la pierna, mientras cuidan su desplazamiento en el espacio, y eligen lo que hacen en función de cómo gestionan la distancia. Sólo entonces pueden atacar, bloquear y encadenar eso con una luxación o una proyección. Y hacerlo fluidamente, sin rigidez, sin fuerza, y adaptándose a su compañero. Cuando ves a dos personas trabajando bien, ya sabes, no es fácil ya saber quién inicia la acción y quien la sigue, quien ataca y quien defiende, porque el que defiende contraataca y el que ataca defiende. Y ahí surge el ritmo, la intensidad y lo bonito. Además siempre que hay dos personas practicando de manera más libre estas técnicas, siempre trato de que otra persona les acompañe, para que así les ayude a pensar sobre lo que están haciendo. También porque así se da cuenta de opciones que mientras estás en la acción, no ves.
Sensei: ¿Y qué tal trabajaron?
Yo: Muy bien. Empecé a ver trabajos bonitos, incluso algunos destellos muy buenos. Es como que el trabajo previo puede empezar a producir lo que quería. Aunque para mi lo fundamental no es que sepan combatir ahora, sino que les guste entrenar, que les guste este arte marcial y que sigan practicándolo por sí mismos cuando yo no esté. Eso sería lo que más me gustaría.
Sensei: ¿Y esos temas que mencionabas antes?
Yo: Bueno, muchas veces me dicen que es difícil. Y claro, no me extraña. Nunca habían practicado Karate, bueno, algunos habían trabajado otras artes marciales, o habían estado haciendo actividad física, todos tienen algunas nociones. Pero no sé si lo habían hecho como les planteo, así de práctico. Y sí es díficil.
Sensei: Pues claro que es difícil, si no lo fuera, ¿dónde estaría la gracia? Como ya sabes, lo importante de un profesor es hacer parecer fácil algo que es difícil, o al menos, facilitar que se intente.
Yo: A eso voy. Me llama la atención que insistan a veces eso de que es dífícil. No sé si es una descripción, o una evaluación en plan queja. Es como si estuviera mal que sea difícil. O como si esperaran que fuera fácil. O que pensaran que lo iban a aprender rápido. No sé, a lo mejor es culpa mía que se lo he hecho más difícil y no les he explicado del todo bien las técnicas básicas.
Sensei: Bueno, eso ya lo pensarás después. El caso es que lo importante no es si es fácil o difícil. No será igual de fácil o difícil para todos. Depende de muchas cosas. Sobre todo de su actitud al hacerlo, si creen que pueden, si entrenan por su cuenta, si arriesgan o no, si les gusta, si confían o no confían en ti, si están cansados o no antes de entrenar, etc..
Yo: Bueno, eso es cierto. Están ahora preparando una carrera de 10 km, correrán a principios de Junio y sé que eso les fatiga. Igualmente creo que les va a dar resistencia, pero entiendo que más de uno prefiera prepararse esa carrera que practicar mis técnicas de combate.
....
Yo: Otra cosa que me llama la atención que me han dicho es que a veces les cuesta combatir si son amigos.
Sensei: ¿Cómo? No entiendo.
Yo: Sí, que si los que van a combatir ya se conocen y son amigos, les cuesta más combatir. Y eso me llamó la atención. No es la primera vez que oigo esto, pero me llama la atención. Claro, si estás entrenando estás entrenando, si estás de cachondeo estás de cachondeo, si estás hablando con alguien en serio pues estás hablando en serio. No sé hasta qué punto cada situación les sitúa diferentemente.
Sensei: Bueno, a mi ya me conoces. Cuando yo entreno...entreno. Ahí no hay "ji jis ni ja jás"... y se nota, ¿no? Es una cuestión de respeto también hacia uno mismo, hacia el otro, hacia los compañeros y hacia la propia disciplina.
Yo: Sí, eso creo yo. Para mí siempre ha sido una cuestión de respeto. Pero entiendo que a veces se pueden mezclar las cosas. A veces no pegan tan fuerte, no arriesgan entrando más cerca, pueden facilitar demasiado. El problema con eso, es que entrenan pero en una situación más artificial, menos real. A veces no se fían o se fían demasiado. No es fácil. Cuando estás entrenando eres tú como una persona completa la que se manifiesta. Verlo como entrenamiento y ya está, no es fácil. No traer nada de fuera, no llevarte nada después. Eso forma parte, creo que lo que tienen que trabajar.
Sensei: De todas formas creo que estás exagerando. ¿Crees que ocurre mucho?
Yo: No, no lo creo. Pero es una cuestión importante sobre la que pensar. Cuando entreno contigo, ya sé que hay que estar totalmente concentrado y metido. Si no estás atento y presente te puedes llevar una hostia, o darla tú. Y por cierto, un par de cosas que me llamaron la atención. Hubo un grupo que trabajan muy bien, la verdad, que en uno de los ejercicios hicieron algo diferente al resto. Después de analizar su primer combate con otros, tenían que volver a combatir con su primer compañero, para ver qué incorporaban, qué cambiaban. Y en vez de combatir, siguieron hablando sobre las técnicas, sobre lo que habían aprendido.
Sensei: ¿Y qué? ¿Acaso no le sacaron partido?
Yo: Sí, creo que sí. Pero hicieron otra cosa, no practicaron en ese momento lo que tenían que practicar. Hablar del combate no es lo mismo que combatir. Cuando das una instrucción es interesante como cada uno la tiene que interpretar. Y muchas veces se interpretan cosas diferentes. No es ni bueno ni malo, sólo me llamó la atención. También hubo otra cosa curiosa. En un caso, una persona estuvo todo el rato atacando, y el otro defendiendo. Y no cambiaron aparentemente.
Sensei: Sí, eso es curioso. Pero también es habitual. Me pregunto si el que estuvo atacando tenía ganas de atacar y no defenderse, o el que defendía tenía sobre todo ganas de defender y no le apetecía atacar.
Yo: No lo sé. Ante todo respeté que ellos hicieran, como el otro grupo, lo que consideraron más importante para ellos en ese momento. Para ellos creo que fue importante y eso es lo fundamental.
Sensei: Pues ya me contarás qué ocurre al final la semana que viene. Creo que puedes ser más flexible aún. Cada uno le está dando sentido a lo que hacéis. Es necesario para que vayan apropiándose de ello, para que lo interioricen en función de sus intereses y necesidades. La técnica, ya sabes, es lo de menos. Lo importante es cómo la haces tuya y la adaptas a cada situación, que es diferente y única.
Yo: Sí. Lo sé. A lo mejor en vez de Full Technic lo podrías llamar Naked Technic, técnica desnuda.
Sensei: ¿Y qué hay más desnudo que una técnica plena?
Yo: Pues no lo había pensado. Y sí, suena mejor. Ya te iré contando.
Sensei: Os.
Yo: Os.
Tengo varios comentarios a la conversación con tu maestro, pero no me atrevo a plasmarlos como continuación de la metáfora, quizá por la necesidad de conocer más la técnica (y leer sobre ella) antes que practicarla...O por la preocupación de hacer daño a alguien, como si de un combate de karate se tratase...
ResponderEliminarLo primero de todo que me parece una metáfora muy buena y una creación que plasma perfectamente el desarrollo de la clase. El hecho de verme reflejado en una historia así me ayuda a dos puntos dentro del aprendizaje: 1) construir más fácilmente las metáforas y 2)tomar conciencia de cómo una metáfora puede influir en la persona a la que va dirigida.
En segundo lugar, y al hilo del segundo punto del párrafo anterior, considero que podemos estar excesivamente preocupados porque alguien salga herido en el combate, por utilizar una técnica que, aunque sirve para que los dos crezcamos, haga que el "atacado" sufra. Y puede ser por esto por lo que, en algunas ocasiones, hayamos trabajado como amigos más que como sujetos-counsellors. Nadie quiere hacer daño a un amigo. Pero debemos plantearnos si indagar en el ámbito de alguien, influir en ello, es sinónimo de hacer daño. Yo no lo pienso así, aunque a veces me cueste despegarme de esta idea.
Influir en alguien no significa hacerle daño, porque el acto de dañar tiene una connotación de intencionalidad. Y nunca nosotros querremos hacer daño a un amigo con el que practicamos karate, aunque a veces una caída o una llave determinada haga sufrir al otro. De hecho, si vamos con miedo al combate puede que no utilicemos la técnica de forma adecuada y puede que la persona sufra más de lo que sufriría si vamos con una mentalidad tranquila y dándonos cuenta de que no podemos ser perfectos. Y de que siempre hay tiempo para dar marcha atrás e indagar el ámbito desde otra perspectiva.
Por último, lo más difícil para mi está siendo encontrar el objetivo o fin de los combates, más bien por el deseo de ayudar al otro y encontrar una solución, aunque a veces la indagación no tenga un objetivo claro cuando se inicia. La incertidumbre de hacia donde ir puede que nos dificulte el camino de la indagación...O puede que el deseo de resolver el conflicto nos haga ir más deprisa, con el riesgo de tropezarnos en el camino...
Felicidades por la metáfora. Me he visto muy reflejado en ella y me ha servido para ver la situación desde otro punto de vista. Gracias. Alex.
Hola Alejandro
ResponderEliminarGracias por el comentario. Nunca se sabe el sentido, efecto o impacto que puede tener una metáfora o cualquier tipo de intervención. Así que esto me da muchas pistas.
El tema que planteas, el posible miedo de hacer daño, es muy importante. Cuando practicamos Karate en la escuela de mi Sensei (real) no usamos protecciones. Y tratamos de trabajar con realismo, intensidad, fuerza. Ahora bien, también con control, precisión y cuidado. Esto último también forma parte de trabajar lo más realmente posible. Para eso nos preparamos físicamente. Es necesario saber "fajar" golpes, saber aguantarlos. Y trabajar así creo que ha facilitado que vayamos mejorando con el tiempo. Muy pocas veces nos hemos lesionado, más allá de alguna contusión, alguna pequeña cisura, pero en mi caso, en unos 28 años que llevo practicando, nunca he tenido ninguna lesión importante. Y por eso sigo, claro, aunque desde que estoy en Madrid, entreno mucho menos (la escuela está en Valencia).
En los procesos de counselling, si trabajo con alguien mi prioridad es tratar de resultarle útil, para lo que entre los dos convengamos. Y por eso la sintonía es importante, así como los procesos de acompasamiento. Si lees la última transcripción que os pasé, verás un ejemplo de explorar un tema potencialmente delicado y hacerlo poco a poco. Tú mismo creo que te respondes en lo que has escrito. Qué significa hacer daño, es un tema fundamental. No quiero hacerte daño, no quiero hacerte sentir algo incómodo, ¿es lo mismo? Pero aparte de esto, que no asumiría (no tiene por qué ser necesariamente incómodo, por eso es importante crear un contexto de confianza), ¿cuánto de intensidad es aceptable y de quién depende? Más que la intensidad de lo que se sienta, hasta qué punto la persona lo puede gestionar, organizar, asumir, elaborar. ¿Hasta qué punto es relevante? A veces no explorar o indagar algo, dejarlo cómo está, puede generar más daño. No hacer nada muchas veces es peor.
Eso sí, hay una cuestión de seguridad, prudencia, incluso ética, que valoro también en lo que planteas y planteáis.
Espero que este próximo lunes, podamos integrar más estas cuestiones, de nuevo, sobre la práctica.
Gracias por contestar
Un saludo
Alejandro
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ResponderEliminarMe ha resultado curioso este post y sobre todo, me ha gustado bastante la metáfora, ya que considero que refleja muy bien la realidad de nuestras clases, nuestro día a día.
Haciendo referencia al tema de “hacer daño” en el combate, como señalaba mi compañero, considero que todo combate nos propociona aprendizaje a ambas partes. Debemos saber encaminar el asunto, si por un lado, vemos que nos topamos con una barrera (de dolor, incomodidad…), junto con el cliente, debemos explorar y buscar otro camino. Creo que es muy importante que la persona aprenda a gestionar.
Voy a señalar algunas frases que me gustaría destacar de este post:
“Me han visto combatir, pero sólo indirectamente (…) también es una manera útil de enseñar”: Esto nos deja ver que hay otras maneras, en este caso, estamos aprendiendo practicando, haciendo. Esta es una forma a la que no estábamos acostumbrados normalmente, por eso entiendo que en ocasiones nos choque, pero a su vez es algo positivo, ya que la práctica nos proporciona entre muchas otras cosas “dosis de realidad” (como podemos ver cuando trabajamos con nuestros propios asuntos) y eso nos ayuda a ir preparándonos para nuestro futuro.
“Me llama la atención que insistan a veces en eso de que es difícil. No sé si es una descripción o una evaluación en plan queja”: Es cierto que se ha repetido bastante a lo largo de nuestras clases. Considero que esto engloba diversos aspectos, desde la dificultad en sí misma, debido a que es algo nuevo para nosotros esto del counselling, así como la dificultad de hacer algo diferente, practicar “de verdad”. Por otro lado, y haciendo referencia a lo que mencionaba en el párrafo anterior, estamos acostumbrados a ver “combatir directamente”, a esa única forma de enseñar, y quizá, muchos esperaban ver esa actuación directa en cada clase, para ser un reflejo.
Enfrentarse a algo nuevo, casi siempre es difícil, pero conlleva aprendizaje.
“Les cuesta combatir si son amigos”: Volvemos a lo del otro día, la dificultad que nos supone separar contextos. Considero que es un aspecto que nos resulta complicado, pero es importante saber diferenciar y adaptarse a las diversas situaciones.
Saludos,
Mari Paz.
¡Hola!
ResponderEliminarEsta entrada, al igual que a mis compañeros, me ha parecido muy interesantes por diversos motivos:
1) Como ejemplo de metáfora. Cuando iba leyendo me iba identificando con los distintos elementos, transportándolos a mi realidad, eso hizo que me identificara y que me pusiese en el lugar de las distintas situaciones a las que la metáfora aludía. ((como curiosidad: ¿cuánto tardaste en formular esta metáfora? porque cuando escribí la de mi cliente he de confesar que estuve un ratillo -y no se si tendrá el mismo efecto que tiene esta conmigo, ya que es la 1º que hacía- y es cuando me pregunto, cuándo este en una situación con mi cliente cuándo uso estas metáforas, ya que conllevan un proceso de construcción...que por lo menos para mi requieren tiempo -o conocer metáforas parecidas y modificarlas para su caso como vimos en la 2º sesión con las historias del texto nunca, nunca des un consejo. Supongo, que como en todo, es práctica y formación))
2)Forma de evaluación. Con esto me refiero que con la lectura de tu metáfora me parecía estar como en tu cabeza y ver cómo evalúas tu proceso docente, así como nuestro aprendizaje, eso me gusta. De esta forma, a la vez, al ponerme en las distintas situaciones que reflejas como experiencias de las anteriores clases me haces recordar y ponerme en esa situación preguntándome: ¿qué hice? ¿qué hubiera sido mejor? ¿cómo puedo dar lo mejor de mi en una situación parecida?
Con respecto a los comentarios de mis compis, estoy de acuerdo con Alejandro siendo uno de los demás qué trate en la sesión anterior cuando éramos los counsellor los que revisamos nuestros desempeño con nuestro cliente con otros counsellor el hecho de hacer daño a la otra persona, que este incómodo o de meter la pata, aunque como bien me dijeron siempre puedes retroceder... pero como bien dices lo importante es la utilidad. Cuando le has contestado con "no tiene por qué ser necesariamente incómodo, por eso es importante crear un contexto de confianza"... y creo que ahí es donde reside uno de mis problemas, yo soy bastante desconfiada y me siento incomoda casi siempre que establezco una relación/conversació "seria" con alguien y siempre me cuestiono todo... por lo que me respondo a mi misma ¿cómo puedo crear una situación de confianza, cuando yo soy la primera que desconfía?.
Saludos,
Rocío.