El pasado martes 10 de Enero, dedicamos la penúltima sesión de la asignatura de Orientación académica y profesional, a revisar toda la asignatura. Un par de horas antes, la otra profesora de la asignatura y yo estábamos en mi despacho, con un café, conversando acerca de qué podríamos hacer en esa sesión conjunta. Teníamos varias posibilidades, pero pronto quedó claro que lo más práctico e interesante, dado el momento en el que nos encontrábamos, sería hacer una buena revisión.
Introducir revisiones en en transcurso de las sesiones de mis asignaturas no es ninguna novedad (véase este post de 2012 como ejemplo). Es algo cuya importancia aprendí de los cursos que he realizado los últimos años con Tim Ingarfield y John McWhirter. Como alumno, fui progresivamente entendiendo lo fundamental de las actividades de revisión individual y de revisión grupal.
Como alumno en esos cursos e incluso durante la carrera de Psicología, fui muy pronto consciente que lo que determinaba gran parte del llamémosle éxito académico, era disponer de tiempo no sólo para estudiar, sino tiempo para poder revisar lo estudiado. En en las revisiones, no meros repasos, donde tenía la oportunidad de aprender a otro nivel, de conectar lo que había estado estudiando, de reflexionar sobre ello viéndolo desde una perspectiva más amplia y a veces, algunas privilegiadas veces, podía hasta discutir con otros sobre ello. Generalmente, en mis asignaturas de la carrera, nunca dedicábamos tiempo en clase para revisar. No recuerdo ninguna clase donde individual o por grupos, tuviéramos tiempo para hablar acerca de lo que habíamos estado trabajando a lo largo de varias sesiones. Yo lo hacía por mi cuenta, porque entendía que así aprendía mejor, y estaba en mejor disposición de responder cualquier cosa que me plantearan en el examen, incluso en exámenes tipo test de alternativas múltiples, que eran entonces los más comunes. Ciertamente, creo que nunca he estudiado pensando en qué tipo de examen me iban a hacer, ni siquiera en quién era el profesor que me iba a examinar. Nunca he perdido el tiempo en eso. Yo siempre he estudiado para mi. La idea era, si yo sé sobre aquello de lo que me van a examinar, qué mas da lo que me pregunten o cómo me lo pregunten. Además, lo más importante para mi era de qué me servía lo que estaba estudiando, qué podía hacer con ello, cuál era su aplicación. Eso era algo que siempre me obsesionó en mi época como estudiante, aunque no me preguntaran sobre ello, y aunque gran parte de las preguntas que me hacían en los exámenes eran muchas veces bastante simples, requiriendo muchas veces meramente reconocer información, recordar datos o ser capaz de pensar con cierta lógica deductiva.
Cuál fue mi sorpresa cuando finalizada la carrera, comprobé lo importante que era en ciertos cursos que comencé a hacer, revisar grupalmente lo que estábamos trabajando. Revisar no era repasar. Revisar implicaba reconstruir, comprobar lo que cada uno estaba entendiendo, aprender acerca de lo que los demás estaban aprendiendo (cuestiones en las que tú no habías pensado o de las que no te habías dado cuenta). Las revisiones no servían para demostrar quién sabía más o quién había entendido algo que los demás no habían entendido. Las revisiones servían para aprender entre todos, para ir más allá de lo que uno podía aprender individualmente. Y además, siempre había un tiempo para compartir con el profesor lo conversado, discutido y continuar a partir de ahí.
Desde dichos cursos, organizados con metodología de Developmental Behavioural Modelling (DBM), siempre me pareció lo más natural, incorporar procesos de revisión en mis asignaturas.
Creo que para la mayoría de mis compañeros en la Universidad (no sólo en el Departamento o en el Área) esto de revisar es simplemente una pérdida de tiempo. Ya tenemos poco tiempo para "cubrir" el temario, como para que encima dedicamos tiempo a repasar. Digo repasar, porque para la mayoría revisar es meramente repasar contenido. No reconstruir nuestra comprensión gracias a poder escuchar otras comprensiones, sino meramente repasar. Si como profesor, tu énfasis está en transmitir o proporcionar contenido, ciertamente, esto de revisar es absurdo. Desde una perspectiva constructivista de la enseñanza y el aprendizaje, la anterior frase sí que resulta absurda.
Como decía, siempre dedico tiempo para revisar en mis asignaturas. Y no tanto como debiera, eso también lo pienso. Pero siempre suelo incluir breves momentos para revisar al comienzo de una sesión, lo que se hizo en la anterior o anteriores sesiones. O incluso cuestionarios para revisar material previo, material que no he tenido tiempo de incluir, material nuevo que acabo de descubrir. Incluso, diseñar actividades integradoras (muchas veces que impliquen algún tipo de aplicación de lo aprendido) como análisis de casos, debates, sesiones de entrevista o de intervención, etc... etc.. que en sí las entiendo como otra manera de revisar. Por supuesto, las reflexiones finales, más si incluyen autoevaluaciones, son ante todo una última revisión.
Sé que proponer en clase un tiempo de revisión no garantiza que se revise. Muchas veces se puede aprovechar para hablar de otras cosas. Muchas veces son meros repasos de contenidos, centrados sólo en identificar temas que todos identifican como temas. A veces, se incluyen cuestiones aparentemente periféricas que dan lugar a ver ciertas partes o incluso toda una asignatura desde otra perspectiva. La verdad es que a mi lo que más me interesa es dar la oportunidad, el espacio y el tiempo para poder revisar. Que se aproveche o no, es otra cuestión, está dentro de la libertad de cada alumno, cada grupo, de generar y dirigir su propio aprendizaje.
Y la última sesión de revisión con el grupo de Orientación Académica y Profesional fue además de lo más interesante. Esther y yo, desde una perspectiva separada empezamos a observar y pensar en cómo secuenciábamos la revisión. Cuando observas a un grupo discutiendo un tema, es fácil observar cuestiones cómo cuán activamente están conversando, si están iniciando, se encuentran en mitad de un debate o si ya han empezado a concluir o finalizar. También resulta importante ver si discuten y participan todos los integrantes,o han gente que monopoliza demasiado. También hasta que punto en cada grupo hay representantes de los diferentes grupos y subgrupos que conforman una clase.
Para organizar todo eso, dividimos la revisión en dos grandes partes. La primera consistía en revisar todo lo trabajado tanto por mi como por Esther, en dos partes diferenciadas de la asignatura: una más centrada en el desarrollo profesional, otra más centrada en la orientación académica en el contexto de institutos de secundaria. Tras un tiempo de discusión mantenido en tres grupos diferentes de unas 6 personas cada uno, nos propusimos que cada grupo conociera al menos de qué se había discutido en otros grupos, para reactivar temas que no hubieran introducido. Incluso para tener en cuenta otras posibles perspectivas o puntos de vista. Para eso seleccionamos a dos miembros de cada grupo, para que fuera a otro grupo a compartir lo discutido, y seguir de nuevo a partir de ahí. Una vez los grupos, de nuevo, parecía que volvían a estabilizar sus conversaciones tras compartir y conversar a partir de ahí, volvimos a dar la instrucción de que los "visitantes" volvieran a sus grupos previos. Para compartir una vez más, de qué habían ido hablando.
Esta forma presupone que fomentará en cada grupo que se converse sobre sus propios temas, además de conocer de qué conversan los demás, lo que no deja de ser una manera de elaborar un poco más la información disponible. Una vez ya parecía que los grupos estaban finalizando sus conversaciones, y habiendo activado o reactivado mucha información relacionada con la asignatura, cambiamos el contexto. Planteamos que en la siguiente sesión vendría un grupo de alumnos de instituto, de segundo de bachillerato para participar de una sesión de orientación con ellos. Y que disponían de un tiempo para empezar a prepararlo, o para revisar qué de lo conversado, les podía ayudar o qué podían introducir que no hubieran introducido todavía. Esto produjo la segunda parte de la revisión, que ya tenía una dirección mucho más concreta que la anterior.
Desde nuestra perspectiva, estuvimos muy activos atendiendo al proceso de los diferentes debates, sin conocer nada acerca de los contenidos concretos que estaban conversando, pero sí con mucho contenido acerca de cómo lo estaban conversando. La secuencia fue surgiendo progresivamente, siendo conscientes de las opciones que teníamos en cada momento. Una de las ventajas de dar clase con otro profesor es que esto lo puedes discutir o explicitar más, al ser un proceso de decisión conjunta. Finalmente, hubo un tiempo final (demasiado breve) para escuchar cuestiones, preguntas o una selección de temas que cada grupo quisiera compartir. Para mi, como profesor, éste es el momento más intenso, desafiante e importante de la sesión. Porque puedes conocer de qué se ha hablado, aclarar cuestiones, dudas, conectar con cuestiones teóricas que volver a elaborar, trabajar asuntos del grupo o incluso de participantes individuales sin necesidad de nombrarlos específicamente, generar nuevas preguntas, evaluar las decisiones que has tomado antes y poder decidir qué vas a hacer a continuación.
Espero que las conversaciones fueran estimulantes y útiles para el momento en el que nos encontramos en la asignatura. Y espero que la mayoría de mis alumnos en este primer cuatrimestre estén disfrutando de sus propios procesos de revisión reflexiva, tan dirigidos a mi como a ellos mismos.
Un saludo
Alejandro
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