Hola a todos y todas
En este momento del curso siempre me suelo preguntar algo así como "¿con qué se quedarán mis alumnos de lo que hemos estado trabajando?", eso asumiendo, claro está, que se quedan con algo, claro ;) que pienso que sí.
Lo que me interesa como profesor es no qué se recuerda de un curso al terminarlo, sino meses o mejor aún, años después.
Ahora pienso en esto mientras me encuentro en este período en el que me van llegando progresivamente las autoevaluaciones de mis alumnos, momento donde puedo comprobar muchas cosas, ante todo acerca de qué hemos conseguido generar entre todos.
Recientemente un compañero de trabajo tuvo la desgracia de perder una mochila en la que cargaba entre otras cosas un portátil y un disco duro que servía como copia de seguridad. Su anécdota me conectó igualmente con esa pregunta, ¿con qué se queda uno si tiene que prescindir de las notas o registros formales? ¿Con qué se queda este compañero una vez ha perdido toda esa información? Si yo perdiera todos mis archivos, ¿qué sería de mi? Si pierdo todos mis apuntes de cursos que he hecho, las grabaciones, ¿qué me quedaría? ¿quedaría algo? ¿empezaría de 0?
Es evidente que uno no empieza de 0, aunque deje de tener acceso a toda esta información formalizada. Es como volver de un viaje, aunque pierdas las fotos, el material concreto que informa acerca de tu viaje, nada de eso es el viaje en sí. Incluso si olvidas recuerdos concretos del viaje, ¿desaparece por eso la experiencia del viaje?
Todas estas preguntas me rondaban estas semanas. Afortunadamente, estuve muy entretenido estas Navidades con la lectura de un libro que no planeaba leer, pero que decidí comprar tras encontrármelo en una librería de Valencia, previa recomendación de una amiga. El libro se titula "El filósofo y el lobo". Narra la relación del autor, Mark Rowlands y un lobo que cuidó durante unos diez años. Además de su historia, el libro está lleno de ideas sugerentes. Una de las que más me gustó aparece en las páginas 60 y 61. Cito lo que quería compartir aquí:
"Pensamos en la memoria como en experiencias conscientes mediante las cuales recordamos acontecimientos o episodios del pasado. Los psicólogos lo llaman memoria episódica. (...) Nuestra memoria episódica no es especialmente fiable en el mejor de los casos -décadas de investigación psicológica coinciden en esta conclusión- y es la primera en debilitarse cuando nuestro cerebro comienza su larga pero inexorable caída en la indolencia, como el batir de las alas de un pájaro que poco a poco se pierde en la distancia.
Sin embargo existe otra forma de recordar, más profunda e importante, una forma de memoria a la que nadie se le ha ocurrido dotar de un nombre. Se trata de la memoria de un pasado que se ha escrito en ti, en tu carácter y en la vida sobre la que tú proyectas ese carácter. De esos recuerdos no se es consciente; al menos, no en general; con frecuencia ni siquiera son la clase de cosas de las que se puede ser consciente. Pero son ellos, más que cualquier otra cosa, los que nos convierten en lo que somos. Estos recuerdos se manifiestan en las decisiones que adoptamos, las medidas que tomamos y la vida que, por tanto, vivimos.
Es en nuestra vida y no en nuestras experiencias conscientes donde solemos encontrar los recuerdos de los que ya no están. Nuestra conciencia es veleidosa e indigna de la tarea de recordar. La forma más importante de recordar a alguien es siendo la persona en que ese alguien nos convirtió -al menos, en parte- y viviendo la vida que contribuyó a forjar. A veces no vale la pena recordarlo, en cuyo caso nuestra tarea existencial más importante consiste en suprimirlo de la narración de la nuestra vida, pero cuando sí vale la pena, no dejar de ser la persona que contribuyó a forjar no es sólo la mejor forma de recordarlo, sino de honrarlo." (Rowlands, 2009, pp. 60-61)
Bueno, creo que la cita está llena de conexiones sugerentes.
Cuando pienso en algunos de los cursos que más me han marcado o influido, la clave de dicha influencia no se encuentra en la información en sí, sino en algo más difícil de detectar, notar o señalar. Probablemente parte de la influencia tuvo que ver con que yo cambié con el curso, no sólo es que agregué algo de fuera a adentro. El curso se ha inscrito en uno, o la experiencia se ha inscrito en uno mismo, como dice el autor. Y eso pasa con cursos, lecturas, relaciones, objetos y en definitiva, con experiencias. Pero hasta que lo leí estas Navidades, no lo vi tan claro.
Probablemente la conciencia esté sobrevalorada. Y junto a ella la necesidad de control que suele acompañarla. Y con esto no pretendo caer en una defensa ingenua de los procesos inconscientes. Pero no siempre los tenemos en cuenta. Yo al menos sí, como creo que otros formadores que he tenido también priorizaban lo que ocurría más allá del "canal" de información consciente. Pero no siempre resulta fácil notarlo o valorarlo.
La imagen que enmarca el texto se me ocurrió al final de una secuencia de un curso sobre metodología cualitativa que di la semana pasada en Santiago de Chile. Y aunque entonces no lo conecté con todo esto (era más bien con procesos de objetivar, relacionar objeto y sujeto interactivamente y subjetivar el objeto, actuar el objeto) creo que lo tenía de fondo, de alguna manera.
En todo caso, quería compartir el texto de Rowlands y que cada cual lo conecte con lo que quiera.
Un saludo y feliz 2014 a todos y todas
Alejandro
Hola Alejandro,
ResponderEliminarEs curioso lo que planteas sobre perder algo de una experiencia concreta o en un momento determinado que vas a necesitar o necesitas recordar, en cierto modo.
Por ejemplo, recuerdo el año pasado la clase en la que nos enseñaste el proceso de vinculación mediante el ejemplo de darnos un bolígrafo y luego tener que devolvértelo. Personalmente, tardé en experimentar la vinculación con el objeto pero no quiere decir que no comprendiera el ejemplo.
Por mi experiencia en lo que se refiere a Psicología Del Desarrollo, son conceptos abstractos y en cierto modo puedes comprenderlos de manera teórica, pero es con el paso del tiempo y las propias experiencias como mejor se entienden, al menos para mí.
Un saludo :)