Aquí estoy en mi segundo post semanal de esta temporada. Ya es viernes y un poco más y no cumplo con mi propósito de escribir algo cada semana. Pero aquí estoy.
Quiero aprovechar para compartir algunas impresiones y reflexiones acerca de estas dos primeras sesiones de Educación para la Felicidad.
La primera es compartir dos poemas que utilicé durante la tercera jornada de un curso de verano que impartí en 2015, "Educar en la Interioridad". Ay cuánto disfruté ese curso y qué complejo resultó. El pasado miércoles 30, comentando algunas representaciones sobre la felicidad (muy buenas por cierto) me llamó la atención que en un dibujo, una persona cogía una flor en su mano.
Las integrantes del grupo, cuando comentaron el dibujo precisaron que la flor no la había arrancado, sino que se la había encontrado (si no recuerdo mal). Es ese comentario, junto a la flor, lo que me llevó a pensar en estos dos poemas. Sobre todo porque describen, sutilmente, dos maneras de relacionarse no sólo con una flor, claro, sino con nuestras experiencias con el mundo en sí (lo que no deja también de describir una manera de relacionarnos con nosotros mismos). Yo y no yo (fuera de mí), no deja de ser una construcción perceptiva. Yo soy el mundo en el que habito, pertenezco a él, aunque me puedo percibir también de forma diferenciada, separada, claro. Bueno, sin entrar en esto leed los dos poemas y a ver qué os sugieren:
Cuando miro con cuidado
Veo florecer la nazuna
Junto al seto!
Basho (1644-94)
En Suzuki (1964)
Flor en el muro agrietado,
Te arranco de las grietas; -
Te tomo, con todo y raíces, en mis manos,
Florecilla -pero si pudiera entender
Lo que eres, con todo y tus raíces, y, todo en todo,
Sabría qué es Dios y qué es el hombre.
Tennyson, (1809-92)
En Suzuki, 1964, p.11
La tarea consistiría ahora en comparar qué hay de similar y de diferente entre ambos.
(...)
Como se ve en las citas, soy absolutamente deudor de un autor que me inspiró mucho para dar ese curso de verano (junto a otros autores). Me refiero al filósofo japonés Daisetsu Teitaro Suzuki, en su libro coescrito con Erich From "Budismo Zen y Psiconanálisis", la edición de 1964 en Fondo de Cultura Económica (el original es de 1960).
En breve compartiré el comentario del mismo Suzuki, que me parece simplemente maravilloso. Creo que es más importante respetar ahora, las impresiones particulares que tengáis cuando lo leáis.
(...)
Llevamos sólo dos sesiones pero tengo la sensación de que ya han pasado muchas cosas relevantes. Lo principal de estas sesiones para mi es, por un lado conocernos, empezar a establecer una relación entre todos, los alumnos entre sí y los alumnos con nosotros (Ana Belén y yo) y viceversa. Empezar a crear las condiciones para que emerja un sentido de grupo. Esto cuesta, necesita tiempo. Por otro lado, para mi resulta fundamental sembrar en el sentido de preparar el terreno, para lo que va a venir después. Eso implica tomar contacto con una nueva metodología más experiencial (para la que la mayoría no está muy acostumbrada) y colaborativa, que favorece mucho la construcción de significados mediante un diálogo activo. También empezar a explorar conceptos complejos tales como felicidad, sentido, inspiración, legado, valor, participación. Una cuestión que creo que ya quedó clara el miércoles pasado, es la complejidad de expresar con palabras ciertas ideas complejas, que son un tanto inefables. Toda representación de un concepto no puede incluir la totalidad del concepto, sino meramente una idea parcial del mismo. Sobre todo si se usa el lenguaje. No lo tengo tan claro si se realiza mediante otro tipo de representaciones actuacionales o artísticas, que son en sí, una manifestación directa de dicho concepto.
(...)
En otro post comentaré los valores que fueron mencionados por el grupo. Creo que merece una tratamiento aparte. De hecho no lo trabajamos suficientemente en clase, porque preferimos introducir la noción de "inspiración", no sólo para pensar acerca del hecho de inspirar como un tipo de intervención muy complejo (y aquí reconozco la influencia del trabajo de John McWhirter) sino también para abrir una dimensión muy cercana a la importancia de la creatividad, de la motivación y la pasión presente o no, en muchas de nuestras actividades cotidianas. Pensando en la discusión que mantuvimos, y algunos de los comentarios que he recibido, me doy cuenta que hubiéramos necesitado más tiempo. Aunque la verdad es que tratar un tema de esta envergadura al final de la sesión (que abre más cuestiones, en vez de sintetizar) es algo que hice con plena conciencia. Tenemos la tendencia en la educación de sintetizar, de proporcionar respuestas y de aportar la tranquilidad y seguridad asociado con esto. Desde aquí reivindico la necesidad de plantear preguntas complejas que se dejen abiertas para que cada cual continúe su exploración activa o pasiva (consciente o inconscientemente). Esto es más incómodo y me parece que algo de esto se evidenció en la fase final de la sesión, más confusa, menos clara. A veces noto cómo los alumnos se inquietan cuando un tema no se entiende a la primera, o cuando no está claro. Una tentación en la que caemos los profesores a menudo, es sofocar esa inquietud demasiado rápido. Pero creo que es mejor dejar las cuestiones abiertas, eso sí, siguiendo con el tema después, directa o indirectamente. Esto tiene riesgos. Muchos pueden abandonar la pesquisa y ni siquiera darse cuenta de ello. Otros, en cambio, creo que pueden entender que respetuosamente se les invita a una exploración particular del tema tratado.
(...)
Me temo que no estamos muy acostumbrados a este tipo de reflexión desde la incertidumbre que plantea no saber algo con certeza. Pero qué necesario resulta gestionar este tipo de situaciones. Desde ahí, creo que incluso hubiera dejado más abierto el tema aún. Me di cuenta un tanto tarde que estaba actuando como una figura de autoridad validando o no algunos de los buenos ejemplos de comprensión/indagación que me iban dando los alumnos. A veces agitándolos para mantener la reflexión abierta, a veces validando y cerrando dicha reflexión. Por ejemplo, por supuesto que la naturaleza puede ser una fuente de inspiración, ahí cerré el tema demasiado rápido (aunque luego matizara lo que quería decir). Y qué mejor ejemplo de ello que los dos poemas que introducen este post.
Un saludo y hasta la siguiente
Alejandro
Qué hay de similar y de diferente...
ResponderEliminarPues como has comentado, ambos poemas reflejan dos formas diferentes de relacionarse con la flor: en el primero, creo que Basho admira con delicadeza cómo florece la nazuna, sin realizar ninguna proyección y sin necesidad de recibir respuestas, porque Basho se ha convertido en la flor; y en el segundo poema, Tennyson interactúa con la flor desde fuera, desde la necesidad de tenerla, arrancándola e interrogándola para comprender y encontrar respuestas, comunicación que deriva en la muerte de la flor.
Y si la flor es la felicidad, creo que entonces tendríamos dos formas de relacionarnos con ella: buscándola fuera, poseyendo cosas, o encontrándola dentro de nosotros, identificándonos con una pequeña flor de nuestro camino.
¿Habría una relación intermedia entre ambas posturas?
Gracias por la exploración y la reflexión, Alejandro.
Hola
EliminarAnte todo gracias por la respuesta, creo que has captado perfectamente la diferencia entre ambos. Ahora incluiré los comentarios de Sukuki, a los que hice referencia en el post. En cuando a tu pregunta, me gustaría pensar que sí, que hay una relación intermedia, de hecho, casi que diría que lo único que hay es una relación intermedia entre ambas, al menos la mayor parte del tiempo. Estar en una "subjetiva" y otra "objetiva" me parece muy difícil. Pero al menos nos da un ámbito en el que movernos, ¿no? Gracias por contestar. Hacía tiempo que no respondía comentarios, menos aún anónimos... A ver si es un buen preludio para esta temporada en la que estamos, de recuperación de este espacio reflexivo y dialógico.
Un saludo
Alejandro
Observar, cuidar, admirar, desarrollo, integridad, respeto, libertad... En los dos poemas, una flor... Para mí, la diferencia reside en las palabras que has nombrado en tu post "felicidad, sentido, inspiración, legado, valor, participación". Las cualidades de esa flor variarán en función del significado que le atribuya aquél que se relacione con ella... E influirá en ambos. La importancia de dejar ser, de cuidar los vínculos regando a diario, creciendo juntos... ¡Cuánto hay detrás de esto!.
ResponderEliminarComenzasteis vuestro propio proceso de germinación hace dos semanas, ¿Qué sucederá?
Hola
EliminarAhí estamos... me quedo con tu pregunta acerca de qué sucederá... en cuanto a generar una expectativa, o una actitud curiosa. De momento creo que vamos muy bien. Tuvimos una tercera sesión de lo más estimulante, el pasado miércoles 6 de febrero. Así que continuaremos aportando ideas sobre los conceptos que has mencionado...
Un saludo
Alejandro
Como decía en mi respuesta al primer comentario, voy a compartir algunas de las ideas de Suzuki, comentando estos poemas.
ResponderEliminar" El hecho de que Tennyson arranca la flor y la sostiene en sus manos 'con todo y raíces' y la mira, quizá intensamente. Es muy probable que experimentara un sentimiento parecido al de Basho, quien descubrió una flor de nazuna en el seto, al borde del camino. Pero la diferencia entre los dos poetas es que Basho no arranca la flor.La mira simplemente. Está absorto en sus pensamientos. Siente algo en su espíritu, pero no lo expresa. Deja que un signo de admiración diga todo lo que quiere decir. Porque no tiene palabras para expresarlo; su sentimiento es demasiado pleno, demasiado profundo y no quiere conceptualizarlo.
Tennyson, en cambio, es activo y analítico. Primero arranca la flor del lugar donde crece. La separa de la tierra a la que pertenece. A diferencia del poeta oriental, no deja quieta a la flor. Tiene que arrancarla de la pared agrietada 'con todo y raíces', lo que significa que la planta debe morir. No le importa al parecer, su destino; su propia curiosidad debe quedar satisfecha. Como algunos científicos, quiere hacer la disección de la planta. Basho ni siquiera toca la nazuna, simplemente la mira, la mira con "cuidado". Eso es todo. Se mantiene inactivo, en contraste con el dinamismo de Tennyson
" ¿Qu´çe hace después Tennyson? Mirando la flor arrancada (...) se formula interiormente la pregunta: '¿Te entiendo?' Basho no se muestra inquisitivo en absoluto. Siente que todo el misterio se se revela en su humilde nazuna, el misterio que ahonda en la fuente de toda existencia. Se siente embriagado por este sentimiento y lo expresa en un grito inefable, inaudible.
ResponderEliminar" A diferencia de esto, Tennyson sigue con su reflexión: 'si pudiera entender lo que eres, sabría qué es Dios y qué es el hombre". Su llamado al entendimiento es característicamente occidental. Basho acepta, Tennyson resiste. La individualidad de Tennyson permanece aparte de la flor, de 'Dios y el hombre'. No se identifica ni con Dios ni con la naturaleza. Permanece siempre aparte de ellos. Su conocimiento es lo que ahora llaman 'científicamente objetivo'. Basho es completamente 'subjetivo'. (Ésta no es la palabra adecuada, porque siempre se opone el sujeto al objeto. Mi 'sujeto' es lo que me gusta llamar 'subjetividad absoluta'). Baho permanece en esta 'subjetividad absoluta' en la cual Basho contempla la nazuna y la nazuna contempla a Basho. No hay empatía, ni simpatía ni identificación".
ResponderEliminarBasho dice: 'miro con cuidado'. Las palabras 'con cuidado' implican que Basho no es ya un observador, sino que la flor ha cobrado conciencia en sí misma y se expresa silenciosa y elocuentemente"
"(...) En Tennyson, hasta donde yo puedo juzgarlo, no hay en primer lugar una profundidad de sentimiento: es todo intelecto, lo que resulta típico de la mentalidad occidental. Es un partidario del logos. Tiene que decir algo, tiene que abstraer o intelectualizar su experiencia concreta. Tiene que salir del campo de los sentimientos al campo del entendimiento y debe sujetar la vida y el sentimiento a una serie de análisis para satisfacer el espíritu occidental de investigación" (pp. 11-13)
ResponderEliminarHasta aquí la cita de Suzuki (1960/1964).
ResponderEliminarTodo esto me evocó ver el dibujo de la mujer sosteniendo la flor. Y bueno, creo que merecía la pena compartirlo. Es difícil describir estos matices relacionales, o incluso describir el proceso de objetivar y subjetivar, o las distinciones entre sujeto y objeto (tan comunes en mis asignaturas, especialmente en psicología del desarrollo, con el modelo teórico de Robert Kegan).
Una alumna, el miércoles pasado, durante una revisión me decía que la asignatura (Psicología del Desarrollo) era "muy subjetiva". No es que fuera subjetiva, sin más, que ya sería una buena descripción, sino "muy" subjetiva. Me llamó la atención ese matiz. Más que cuantificar una cualidad, creo que la estaba evaluando. Probablemente quería decir que era díficil justificar opiniones, que estaba basada en la expresión de opiniones. No olvidemos que era un contexto de revisión de un trabajo final. Probablemente también quería decir por subjetiva, que era pues, arbitraria. Por un lado yo respondí, agradecido, que claro que era subjetiva, o eso intentaba. En el sentido de ante todo trabajar con nuestra experiencia subjetia e ir construyendo a partir de ahí, ir objetivando. Me temo que no terminó de comprender lo que quería decir, o yo no me expresé suficientemente.
Al menos, me gustaría mantener como ideal, esa manera "subjetiva absoluta" de relacionarme con algunas experiencias. Y al menos, diferenciarla de otras relaciones y comprensiones más objetivadas.
Y por ejemplo, a la hora de tratar de definir o conceptualizar qué es la felicidad, era fácil caer en la trampa del lenguaje. Tal vez con los dibujos pudiéramos ir un poco más allá, en algún caso. Tal vez con las conversaciones y las experiencias que vayamos teniendo, podamos ir también algo más allá.
Un saludo
Alejandro